La lengua wichí se considera parte de una gran área lingüística, la del Gran Chaco. Se dice que es un área puesto que lenguas de distintas familias lingüísticas comparten características de sus gramáticas debido al contacto enrte ellas y al bilingüismo practicado por sus hablantes desde la época precolonial y durante muchos años.
Rasgos de las lenguas chaqueñas
por Alejandra Vidal
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A pesar del agrupamiento en “familias”, una mirada al conjunto de las lenguas chaqueñas pone al descubierto una fisonomía caracterizada por rasgos recurrentes en estas lenguas y culturas que compartieron la región y los recursos de supervivencia durante milenios.
En el léxico, se advierten aspectos comunes en cuanto a la clasificación del universo de la experiencia de los habitantes del Chaco. El nombre del “sábalo” (típico de los ríos chaqueños) usado como genérico de “pez”, y que pueblos diversos realicen en los etnónimos distinciones basadas en el curso del río (“los de río arriba”, “los de río abajo”, “los de lugar donde el río corre encajonado”) son sólo dos ejemplos.
Asimismo, el sistema de parentesco, que desde lo antropológico obedece a una lógica particular de organización social, desde lo lingüístico da cuenta de una diferencia fundamental en la denominación de los parientes consanguíneos según estén vivos o fallecidos, por ejemplo, en nivacle watč’akfa ‘esposo’ y pawatxaja ‘esposo’ (nombre de duelo). Hablar estos idiomas supone entonces, un conocimiento sutil y a la vez profundo del léxico, sus combinaciones y forma correcta para poder transmitir los matices específicos de los significados de las palabras.
Sus gramáticas son tan complejas como la de cualquier lengua. Los verbos cambian su conjugación, dependiendo de la cantidad y clase de información que se hace explícita. Además, una sola palabra basta para expresar lo que español requeriría una oración completa: en pilagá, selot’atalo ‘estoy mirando a varias personas’, o en wichí n’t’osyenla’ape ‘voy a hacer que lo pises’.
En las mataguayas wichí, chorote y maká, los verbos expresan el tiempo del evento, si algo pasó o va a suceder. En cambio, los verbos de las lenguas guaycurúes qom, mocoví y pilagá puntualizan las diferentes perspectivas desde las que se puede enfocar una acción (la continuidad, la conclusión, etc.): pilagá nakiarana ‘oyó algo’ frente a nakiaratak ‘estuvo escuchando’, pero no el tiempo del evento, que en las guaycurúes lo indican los adverbios de tiempo. También, la referencia a un participante de primera persona (yo) o segunda persona (tú) dentro del verbo, puede aparecer bajo dos formas distintas en las lenguas guaycurúes. En pilagá siyo ‘le lavo (la cara) a alguien’ frente a ñiyo ‘me lavo’. Esto dependerá de la clase de verbo o el significado del evento: si la actividad es voluntaria o no, si se dirige hacia el propio cuerpo o hacia otra persona, entre muchos otros factores.
Hay en el verbo partes que son portadoras de sentidos que en las lenguas europeas se expresarían por medio de preposiciones o adverbios de lugar. Más aún, es posible variar la palabra con una misma base o raíz, sólo cambiando la información sobre dónde se realiza o la dirección hacia donde se dirige: selot’ot ‘dirijo la mirada hacia arriba’ y selotapege ‘dirijo la mirada hacia adelante’, o senotarasom ‘salto hacia el agua’ o senotarasegem ‘salto hacia arriba’ (como cuando se sube a un árbol). Se advierte, de paso, cómo la geografía y el medio se incorporan a la gramática de la lengua.
En las oraciones no está siempre indicado quién hace qué a quién. La interpretación de “María le ofreció un plato de comida a Juan” como tal, dependerá de los índices marcados en el verbo o del orden en que se presenten las palabras, dado que no se encuentran en este tipo de oraciones una preposición “a” que distinga “quién ofrece” (María) de “quién recibe” (Juan).
No en todas ellas, el número (la cantidad de entidades designadas) se limita a la distinción “uno (singular)” en contraposición a “más de uno (plural)”. En las lenguas guaycurúes, se pueden hacer diferencias dentro de una escala comprendida entre “dos-varios-muchos”.
En wichí se hacen distinciones más pormenorizadas en algún pronombre, no ya en cuanto al número sino a la persona. Se usan palabras diferentes para decir “nosotros” (primera persona plural), según esté el oyente incluido o no: tolhamilh (‘nosotros’, es decir ‘vos y yo’) frente a n’lhamilh (‘yo y alguien más pero no vos’).
Para el pronombre de tercera persona (“él” o “ella”) las lenguas guaycurúes no tienen una palabra especial sino una variedad de términos que señalan a un referente –masculino o femenino–según criterios como ‘mayor o menor cercanía’, ‘forma o posición’ y ‘movimiento’. Así, hanam’e debería entenderse como ‘ella-viniendo hacia acá o presente’, no simplemente como señalando, sino agregando en qué circunstancias se encuentra. Las lenguas mataguayas comparten con las guaycurúes la instanciación de la posición y la distancia, y el movimiento de las entidades nombradas: en wichí, platul’a ‘plato’ (extendido, horizontal; lejos), (wichitsi ‘persona wichí que viene hacia acá’ frente a wichitsu ‘persona wichí que se dirige hacia allá’ Así, comparando lenguas chaqueñas de origen diverso advertimos que ni el lugar donde ocurren estas partículas, ni su forma a veces coincide. Son los rasgos que hacen al significado y los criterios de clasificación dentro de sus gramáticas lo que es semejante, hasta se diría, tienen cierta identidad.
Finalmente, una característica bastante uniforme son los sonidos, repertorios de consonantes que se pronuncian con el aire que sale de los pulmones, sumado a los movimientos articulatorios de la faringe y la laringe, así como el ensordecimiento de sonidos típicamente sonoros y el predominio del acento prosódico en la última sílaba.
[*] Alejandra, Vidal (2013) “Rasgos de las lenguas del Gran Chaco argentino”. Disponible en: http://www.lenguawichi.com.ar/lengua-wichi/el-wich%C3%AD-y-el-%C3%A1rea-chaque%C3%B1a